El nacimiento del “monotributo tecnológico”(llamado “mono tech” por el Gobierno) depende de que el Senado apruebe el proyecto de ley sancionado por la Cámara de Diputados el martes pasado. Pero el avance de esa iniciativa provocó dudas acerca de los beneficios que generará en la economía del conocimiento, el sector clave que el oficialismo pretende favorecer con una liberación parcial del cepo cambiario, y en la sociedad en general. Si se convierte en norma, los trabajadores independientes exportadores podrán ingresar al país hasta 30.000 dólares anuales por fuera del mercado único de cambios que aplica la cotización oficial de la divisa ($ 215 contra los $ 395 de las transacciones paralelas) y acceder al régimen de la seguridad social a cambio de pagar un tributo mensual que en la categoría máxima hoy asciende a $ 31.347 (ver detalles del nuevo régimen propuesto).
En el debate en el recinto, los diputados oficialistas defendieron el proyecto del ministro de Economía, Sergio Massa (también lleva la fima del ex jefe de Gabinete y gobernador tucumano, Juan Manzur), como una oportunidad para formalizar y regularizar la situación de programadores, diseñadores, “gamers” y otros ciudadanos argentinos que prestan servicios en el extranjero, y que prefieren cobrar afuera del país, con todos los inconvenientes prácticos y la reducción de recaudación que ello ocasiona, antes que perder la mitad de sus ingresos por la liquidación forzosa con el dólar oficial. La mayoría de los diputados opositores se abstuvo de apoyar la iniciativa: los que tomaron la palabra arguyeron, en términos generales, que no solucionaba el problema de fondo, y que producía más inequidad en un sistema tributario de por sí distorsivo y tortuoso al sólo fin de auxiliar a un Gobierno desesperado por conseguir dólares.
Al final, el “monotributo tecnológico”, que carece del visto bueno de las entidades que nuclean a los unicornios y otras empresas informáticas del país, cosechó 111 votos afirmativos, 11 negativos y 85 abstenciones mientras que un diputado presente no votó y hubo 49 ausentes. En el caso de los nueve legisladores tucumanos, “se impuso” el abstencionismo de Juntos por el Cambio (Domingo Amaya, Lidia Ascárate, Paula Omodeo y Roberto Sánchez), puesto que dos integrantes del Frente de Todos no se presentaron: Mabel Carrizo y Carlos Cisneros (votaron afirmativamente Rossana Chahla, Agustín Fernández y Mario Leito).
Contra la devaluación
Al informar sobre el proyecto, el diputado oficialista porteño Carlos Heller manifestó que con esta política se buscaba fomentar la exportación de conocimiento y de servicios argentinos, y, además, contener normativamente a quienes intervienen en el sector de los deportes electrónicos o “e-Sports”. “Se trata de un nuevo esquema tributario para que las y los profesionales que facturan en dólares, en pequeñas escalas, puedan cobrar en esa moneda. El objetivo es incorporar al mercado formal a muchos profesionales argentinos, en general jóvenes, que están fuera del sistema. Es una visión integradora e inclusiva que amplía derechos, seguramente a una decena de miles de pequeños productores”, refirió Heller, según la versión taquigráfica. Y añadió que, de esa forma, el Gobierno aspiraba a evitar la fuga de talentos al incorporarlos al universo registrado, que les permite acceder y fortalecer los regímenes previsional y de las obras sociales.
En defensa del proyecto hablaron, además, Marcelo Casaretto, Marcela Passo, Eduardo Fernández, Silvana Micaela Ginocchio, Daniel Arroyo e Itai Hagman, diputados del Frente de Todos. El entrerriano Casaretto retrucó que la oposición perjudicaba a los profesionales que querían vender en forma directa sus servicios en el exterior. “El mundo se mueve en esta dirección. Es decir, hacia todo lo nuevo que concentra la economía del conocimiento y a las oportunidades que produce para los argentinos y argentinas del presente y del futuro”, reflexionó Ginocchio, diputada de Catamarca.
El “monotributo tecnológico” ofreció a la bonaerense Passo la ocasión para destacar que no era casual el éxito del talento argentino y para hacer un pedido: “debemos reconocer que la presencia de universidades nacionales públicas y gratuitas como política de Estado abona la posibilidad del desarrollo de estas profesiones que el mundo demanda. Por eso, como todo se relaciona de alguna manera, aprovecho para solicitar que muy pronto se dé tratamiento en este recinto a los proyectos de creación de nuevas universidades nacionales”. El comprovinciano Arroyo meditó que entendía que hacía falta una reforma tributaria integral, pero que creía que “la realidad era más importante que la idea”: “y la realidad es que hay un montón de pibes produciendo, vendiendo su conocimiento y su talento, y que necesitan tributar, facturar y retirar sus dólares”.
Fernández, diputado de Córdoba, negó que el “mono tech” obedezca al deseo del Gobierno de hacerse con “un puñado de dólares”. “Estamos pretendiendo que los dólares que producen los argentinos entren en nuestras arcas, lo que me parece que es un deber del Estado y no puede ser objeto de burla. No se trata de un parche el tratar de recuperar divisas para el país, que son para todos los argentinos”, aseguró. El oficialista cordobés agregó que le llamaba la atención el “nerviosismo” de algunas empresas que ya estaban incluidas en el fomento de la economía del conocimiento. “¿Por qué se ponen nerviosos? Porque va a haber profesionales, y micro, pequeños y medianos empresarios que podrán encuadrar legalmente su actividad. Y quizás eso le signifique a algún gran empresario tener que pagar precios más justos en el mercado local a aquellos que no pueden acceder a exportar directamente”, conjeturó.
La crítica al “mono-tech” es funcional al interés de mantener “salarios bajos” de las grandes compañías del sector, según el porteño Hagman. “La otra propuesta es, eufemísticamente, corregir el atraso cambiario, lo que quiere decir devaluar, que no es otra cosa que bajar los salarios”, apuntó. Hagman expresó, sin dar nombres, que el “mayor exponente del monopolio tecnológico” había llamado a diputados para disuadirlos de votar la propuesta. Al respecto, dijo: “invito a los que se embanderan en las ideas del liberalismo y que quieren voltear este proyecto de ley a pensar qué es lo que quieren. ¿La idea es defender los privilegios de un monopolio que busca pagar salarios bajos y que la solución sea la devaluación? Negamos, cuestionamos e impugnamos que la condición para la posibilidad de mejorar las exportaciones y avanzar en una senda de desarrollo sea devaluar y que haya salarios bajos”.
Contra “Papá Noel”
“Este régimen simplificado y cambiario para pequeños contribuyentes tecnológicos forma parte de esta acción desesperada (del oficialismo) por liquidar divisas. Es otro caso de parche”, definió Carlos Gutiérrez (Córdoba Federal). El diputado apuntó que el sector de la economía del conocimiento había tenido un crecimiento fenomenal en su provincia, pero que sólo una minoría de empresas lograba convertirse en exportadora por las “pésimas condiciones de intercambio” existentes: “este es el meollo de la cuestión que estamos discutiendo. Difícilmente en el contexto de volatilidad que vive el país, estos emprendedores freelance vayan a hacer un uso masivo del ‘mono tech’. Tenemos que reconocer que nuestros talentos prefieren facturar sus servicios en el exterior porque el desarrollo del sector tecnológico está limitado por la falta de promoción y de competitividad que surge de la brecha cambiaria”.
Otro cordobés, el radical Víctor Hugo Romero, planteó el razonamiento de la inequidad en estos términos: “comparemos el ‘monotributo tecnológico’ con el vigente. El primero tiene un límite de 30.000 dólares, que, convertidos con el dólar MEP (mercado electrónico de pagos), equivalen a 11,2 millones de pesos. En la misma categoría, el monotributo actual tiene un límite de 5,6 millones de pesos, la mitad del ‘mono tech’. Ni hablemos de la actualización. Uno se actualiza de acuerdo con la variación del tipo de cambio y otro lo hace cada año”. El diputado puntano Alejandro Cacace (Evolución Radical) expresó que el Gobierno primero había creado una “maraña de distorsiones” para quedarse con la mitad de los dólares que los exportadores traían a la Argentina y que, después, Massa se ponía el traje de “Papá Noel” para resolver discrecionalmente a quién daba beneficios.
Opositores radicales como el entrerriano Pedro Galimberti, el formoseño Ricardo Buryaile y el porteño Martín Tetaz denunciaron que la iniciativa ponía de manifiesto la “voracidad fiscal” y el “sesgo antiexportador”; discriminaba e incentivaba a no crecer puesto que bastaba con superar el límite de los 30.000 dólares anuales para volver a caer en el esquema de la liquidación con la cotización oficial. La correligionaria bonaerense Danya Tavela opinó que le parecía “terrible” que el proyecto no especificara cómo iba a ser el retiro de los 30.000 dólares anuales habilitados a los futuros monotributistas “tech” y que generaba incertidumbre que el asunto quedara librado a la reglamentación administrativa.
“Más que un parche diría que se trata de un manotazo de ahogado para ver si se consiguen algunos dólares porque claramente las últimas medidas, como la recompra de bonos o la pesificación de los fondos de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses), no están dando resultado. No sé en estas condiciones quién querría traer un dólar a la Argentina. Este debería ser un derecho general. Si queremos retener talentos, como dice el oficialismo, liberemos el tipo de cambio para todos”, reclamó Omodeo (Creo), la única representante de Tucumán que participó en el debate. Y añadió que un veterinario, un médico o un emprendedor se cuidaba mes a mes de no pasarse en la facturación para no ser responsable inscripto, y que el atraso cambiario perjudicaba a las economías regionales, como la producción del limón tucumano: “¿qué respuesta les damos a los argentinos? Un monotributo para los ‘gamers’. ¡Vaya solución en un país que está en llamas!”.
Detalles
1) recibió media sanción en Diputados está destinado a los ciudadanos que realizan en el país actividades relativas a la economía del conocimiento o cualquier tipo de prestación de servicios cuya utilización o explotación efectiva se lleve a cabo en el exterior. 2) Siempre que los ingresos anuales no superen los 30.000 dólares, los beneficiarios del “mono tech” podrán disponer libremente de ellos y no verse obligados a cambiarlos al tipo de cambio oficial (cotiza al 50% del precio de las transacciones paralelas), como deben hacer, con las excepciones que fue estableciendo el Gobierno, el resto de los exportadores y contribuyentes. 3) El “mono tech”, que facilita el aporte a la seguridad social, comprende cuatro categorías de contribuyentes en función de los ingresos facturados. Tres de ellas son específicas de este régimen y la tributación máxima asciende a $ 31.347 mensuales, mientras que la cuarta corresponde a los trabajadores independientes exportadores ya inscriptos en el monotributo común.